El maíz ajo conocido también como maíz tunicado, cultivado en San Juan Ixtenco, en el estado de Tlaxcala (México) representa el “eslabón perdido” entre el teosintle y el maíz domesticado.
El maíz tunicado, que al momento se encuentra en peligro de extinción, tiene la peculiaridad de cada uno de los granos de la mazorca está envuelto en una hoja individual.
Estas mazorcas son el último vestigio de este proceso de domesticación, y son el testigo viviente de la simbiosis entre maíz y el hombre contemporáneo.
El maíz es un alimento fundamental en México desde tiempos prehispánicos, mientras en muchos países se desprecia el valor del “huitlacoche”, los mexicanos le dan un sinfín de usos. Otro elemento cultural importante del “maíz ajo”, el cual pocos conocen es su peligro de extinción.
Esta variante del maíz, mencionada en el Códice De la Cruz-Badiano, es una de las más longevas de México. Según el Códice, el maíz ajo era utilizado principalmente con fines de curación y ceremoniales, ya que, por su anatomía, resulta difícil emplearlo en alimentos o una dieta diaria, a diferencia de sus variantes primas.
En la parte del uso medicinal, se dice que ayuda en la curación de quemaduras y la disentería, pero también se utilizaba para aumentar la producción de leche materna.
Del lado de los ancestros y los ritos, era empleado en ceremonias y lo usaban en la bendición de las espigas del maíz y en los rituales a Cenéotl. En el pasado, cuando algunos agricultores se encontraban con este tipo de planta, la utilizaban como forraje para los animales.
Así el maíz ajo se ha convertido en un completo fenómeno, ya que no se sabe cómo ha logrado conservarse a través del tiempo con todo y sus características originales. Gracias a su existencia, se puede estudiar su anatomía morfológicamente y así intentar comprender sus diferentes variantes taxonómicas.
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